De nuevo nos enfrentamos al momento de ejercer nuestro derecho al
voto, un derecho con el que podemos libremente elegir a nuestros
representantes, a aquellos cargos
públicos en los que vamos a delegar y
que han de ser nuestra voz.
Pero, sin embargo, estos representantes
son aborrecidos incluso antes de ser
votados. No nos sentimos representados. La visión de los políticos como
personas al servicio del bien común ha sido sustituida por la visión de unos políticos que acceden a la política para servirse del
pueblo con fines propios ,más que para
servirlo.
Los políticos son cada vez menos creíbles
y los engaños cada vez menos disimulados. escudados por el poder político y económico. Se suceden los
casos de falsos EREs, cajas B, sobres….apesta!!
Desde luego, el poder económico siempre
ha estado junto al poder político, pero nunca tan concentrado ni con tanta fuerza como hasta ahora,
atravesando incluso fronteras , globalizando el mundo e imponiendo sus condiciones.
Nos encontramos con los cuatros poderes sucumbiendo al chantaje del poder económico.
Ante los casos de corrupción que todos
tenemos en mente, podemos llegar a la
conclusión de que estamos representados por políticos corruptos e ineficientes.
¿Y cuál es la solución? ¿Reemplazarlos
por otros políticos?
Está claro que el poder económico comienza a corromper a los
políticos desde el ascenso dentro de los partidos tradicionales. Los recambios
se dan entre la misma cúpula de estos partido y , por tanto, los reemplazantes serán de la misma calaña que los reemplazados. Estos partidos no se pueden permitir que se
les cuele en sus listas electorales
personas honradas y decentes que les desmonten el negocio .
Por eso le tienen tanto miedo a realizar
unas primarias abiertas a la participación
de toda la ciudadanía y mucho más a que cualquier ciudadano pueda
presentarse a esas listas electorales.
Esta crisis de representatividad ha de superarse con la participación
ciudadana y con la organización de la gente.
Guillermo Sullings decía sobre el sistema
democrático actual:
“Es
como si alguien fuera a un negocio de comida, y en las vitrinas donde las
exhiben, sólo hubiera dos o tres platos para elegir; y resulta que todos son un
asco, pero no hay otra cosa y uno termina llevando el menos repugnante para no
morirse de hambre….
Nos
dejan elegir entre los que exhiben en la vitrina, pero antes alguien eligió por
nosotros qué opciones debía contener la vitrina….
Ésta
es una trampa formidable de la democracia formal….
La
gente debe poder conformar un nuevo tipo de estructura organizativa que permita
canalizar la voluntad de las mayorías…. “